Las mejores reflexiones de vida llegan de la forma más inesperada, a mí me llegaron mientras esperaba en la sala de un hospital…
Después de un poco más de un mes sin escribir, aquí estoy de nuevo. Y es que este fin de año, digo éste porque una parte de mi aún siente que sigo en el mismo año, fue súper movido y se salió del molde al dejar en físicas ilusiones todas las cosas que tenía planeadas para diciembre y enero, pero también me sonrió al permitirme terminar el año con una sonrisa y un agradecimiento inmenso ante la vida después de todo lo que pasó.
Resulta que el 23 de diciembre (nunca lo voy a olvidar) mi mamá llamó a mi móvil a las 5 am, hora española, para decirme que mi papá acababa de sufrir un infarto, que lo iban a llevar a una UCI en Bucaramanga (una ciudad cercana al pueblo de él) y que la situación pintaba fea. Lo primero que se me vino a la cabeza fue que el día anterior había peleado con él y había herido sus sentimientos por las mismas razones que siempre terminamos peleando, y se me encogía el corazón al sentir que ese recuerdo pudiera convertirse en el último con él, en las últimas palabras dichas a alguien que quieres y al que, había la posibilidad, de no volver a ver. El 25 de diciembre estaba viajando a Colombia, con una maleta pequeña en la que escasamente se movían dos o tres camisitas de verano (yo tenía en España únicamente ropa de invierno) y una angustia horrible por la salud de mi papá, por viajar todas esas horas en avión más sola que la 1, y en una época en la que últimamente están en auge las noticias sobre accidentes aéreos. Definitivamente no sería una navidad convencional, ni especial… aunque sí lo fue.
Para resumir la situación, después de varios días de agonía, de incertidumbre, espera y unión familiar con la familia paterna, con la que hace muchísimo tiempo no compartía ni tenía tanto contacto, mi papá fue premiado con el regalo de la vida, y hoy sólo recordaremos ese diciembre como una anécdota que nos dejó más de una enseñanza, y por eso mismo hoy decidí escribir este post para compartirlas con ustedes.
Es mejor no planear el futuro:
Por ahí dicen que las mejores cosas de la vida son las que no se planean y así es. El año pasado uno de mis principales objetivos era que mi mamá y mi hermano viajaran a España para que conocieran el país de mi novio, a su familia y para que pasáramos unos días divertidos y especiales antes de que nosotros volviéramos a Malta, país en el que vivo, y ellos a Colombia. No descansé hasta pagar los billetes de avión en junio, aunque mi mamá nunca estuvo muy convencida de ello y escogí la fecha sin su autorización (debí hacerle caso). Pero cuando ocurrió lo de mi papá obviamente todo eso se dañó, el dinero invertido se perdió y yo, contra todo pronóstico, tuve que viajar a Colombia de la forma más inesperada. Recuerdo un dicho que dice “en la tierra hacemos planes y planes y en el cielo Dios se ríe”, y es que más razón no puede tener. Es mejor no hacer planes tan a futuro y dejar que la vida fluya y los planes se den. Es mejor no presionar a la vida porque lo que debe ser simplemente será, aunque a veces no nos guste.
Cada día puede ser la última vez:
Como les digo cuando sentí que mi papá estaba muy mal y que su vida corría peligro lo primero que se me vino a la mente fue que lo último que mi papá recordaría de mí y yo de él serían las cosas que le dije en un momento agitado dentro de nuestra discusión. Sentí un vació en el pecho y sólo podía desear con toda mi alma que hubiese un después… un futuro, una nueva conversación en la que pudiera por lo menos pedir perdón por las palabras dichas, porque lastimosamente, aunque nos arrepintamos, unas vez dichas no hay vuelta atrás. Es fácil pensar que nuestros seres queridos o amigos siempre van a estar ahí para nosotros y que siempre vamos a tener un nuevo día para verlos, hablar, discutir reconciliarnos y enmendar nuestras acciones, pero debemos ser conscientes que a veces no hay después ni segundas oportunidades. ¿Así que como nos comportaríamos y qué haríamos por los otros si no hubiese un mañana?
La unión y el pensamiento sí hacen la fuerza:
Cuando pasó lo de mi papá muchos nos unimos, cada quien según sus creencias. Muchos oraron, muchos enviaron energía positiva, él estaba en buena actitud hacía la vida y se veía sano y jovial, y así mismo lo veíamos todos, así que el universo conspiró y en su vida nacía una segunda oportunidad. Como dice Alejandro Jodorowsky lo que crees, creas, y en esos días de hospital ocurrió algo especial. Para resumir nuevamente, a mi papá lo iban a operar a corazón abierto porque tenía una de sus tres arterias obstruidas en un 90%, y como saben, toda operación tiene su riesgo. Le cancelaron la operación tres veces por distintos motivos; la última de ellas porque el seguro médico no la autorizaba en dicho hospital y pedían que se hiciera un traslado a otro, sin importarles que ya se hubiesen aprobado todos los requisitos médicos para proceder a la operación . Yo, que me considero una mujer intuitiva y sí, lo admito, algo agüerista, empecé a decirle a mi papá que se dejara trasladar aunque él en un principio no quería. Se me metió en la cabeza que quizá no convenía operarse en ese hospital. Tantas operaciones canceladas en menos de una semana no podían ser sólo una casualidad. Una vez en el nuevo hospital, se reunieron 8 especialistas en junta médica y dijeron que por su edad, 51 años, una cirugía a corazón abierto no era la primera opción, así que decidieron hacerle una angioplastia que era más sencilla y dos días después mi papá estaba fuera del hospital, aunque actualmente sigue en rehabilitación.
Los días tormentosos nos dejan las mejores enseñanzas:
Tanto mi papá como todos los que estábamos pendientes de él tuvimos varias horas en sala de espera para reflexionar sobre la vida, y personalmente llegué a muchas reflexiones sobre él y sobre mí. La mayoría de nuestras peleas se basan en mis expectativas; en exigirle a él que se comporte conmigo como yo lo haría si estuviera en su lugar, en juzgar sus acciones y respaldarlas en mis vacíos y (ocasionalmente) no aceptarlo como es. Pero parafraseando a Gabo “Sólo porque alguien no te ame como quieres no significa que no te ame con todo su corazón”, y aunque cueste, hay que entenderlo. Las expectativas muchas veces nos generan más ansiedad,tristeza y preocupación que cosas buenas porque siempre estamos esperando más de la vida, más de las personas, más de las situaciones y hasta de nosotros mismos. Pero qué pasaría si en vez de eso empezamos a aceptar y apreciar las cosas que se nos dan en el momento presente. Menos viajes al pasado y más agradecimiento para disfrutar de la bendición del HOY. Después de todo levantarnos un día más ya es una ganancia.
¿Qué es lo realmente importante?
En tu vida ¿qué es lo más importante? Durante esas fechas decembrinas yo me encontraba en Granada, España para pasar la navidad con la familia de mi novio. Venía sintiendo depresión por muchas cosas que estaban pasando en mi vida, especialmente por la tendinitis tan terrible que me dio y que me motivó a renunciar a mi trabajo, y por verme en mi casa sola, sin poder ni escribir ni trabajar. En fin, por el tedio y el aburrimiento que produce no hacer nada cuando eres una persona activa y ansiosa. Quería que mi familia viajara, los necesitaba y el que ellos fueran era mi satisfacción del año, así podría decir «lo logré». Pero ironicamente la vida me centró y me ubicó a las malas en lo realmente importante, y terminé mi año ignorando mis propios problemas y pidiendo únicamente VIDA Y SALUD (las cosas más importantes que deberíamos pedir pero las que menos pedimos) ¿Cuántas veces nos hemos sorprendido pidiendo un nuevo trabajo, un nuevo viaje, o sintiéndonos triste por no tener suficiente dinero, esto o aquello?
Con esta experiencia recapacité en ese aspecto y dejé de sentirme miserable por no poder controlar las cosas tanto como quisiera. A veces las mayores bendiciones surgen de las cosas que consideramos «eternas» como la vida y la salud, tanto la de las personas que amamos como la nuestra. Recuerden que cuando hay salud, lo demás es posible!
Ahora estoy a unos días de volver a Malta y empezar oficialmente mi año, y con él mis metas 2017, pero me voy feliz porque a pesar de vivir un diciembre muy duro, viajaré más sabia, consciente y agradecida por este tiempo al lado de mi familia y en mi país. Asi que no me queda más que desearles un muy ¡Feliz año para todos! (Sé que es un poco tarde pero como no había tenido oportunidad, nunca está de más)
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Lú
Parece que el 2016 no fue un buen año para muchas personas, aunque fue un año que nos dejó muchas enseñanzas y salimos más fuertes. Me alegro de que tu padre se encuentre bien y que la experiencia sirviera para darse cuenta de lo que es realmente importante. Vivimos unos tiempos muy rápidos en los que hacemos y planeamos y vivimos sin pararnos a pensar y sentir qué es lo que realmente importa. Gracias por compartir estas reflexiones de vida.
¡Mucho ánimo y feliz año!
Guapa, definitivamente la vida da muchas vueltas y como bien dices hacer planes a tan largo plazo no siempre es la mejor alternativa. Yo soy mala haciendo planes, me gusta más vivir el momento y si es de planear que sea algo a máximo un mes vista, por más que viva en Europa y por más que por aquí la gente se planea las vacaciones de verano en enero, yo aún no puedo con eso.
También soy muy de acostarme dejando atendidas mis malas situaciones con amigos o familia que me interesa, porque uno no sabe si mañana se va a despertar y es mejor sanar los problemas en el presente y no en el futuro, porque todo llegará, pero tal vez no lleguemos allí.
No siempre me funciona esta filosofía y hasta ahora no he tenido que arrepentirme de esperar, pero siempre trato de no tener problemas precisamente para no preocuparme pensando en lo que podría haber hecho si…
Mucho ánimo guapa, que vuelva las ganas de escribir y la inspiración. Un abrazo 🙂
Vaya Lu la vida muchas veces nos coloca en unas encrucijadas que pareciera fueran ara hundirnos, pero lo que realmente hacen es levantarnos, lo que le ocurrió a tu padre les terminó dando ganancias secundarias a todos, ganancias de reencuentro, de compartir, de apoyo, de soporte, de abrazos y besos que quedaron suspendidos en el tiempo, tal vez la angustia fue un precio alto que tuviste que pagar, pero luego tuviste una gran recompensa. Es curioso cuando uno termina un año con la sensación de no estar terminando nada sino de estar comenzando, y esta oportunidad que se le otorgó a tu padre, a tu familia a ti, definitivamente es un nuevo comienzo, y por supuesto que de este viaje, así como de cualquier otro que hagamos en la vida, no salimos ilesos ni regresamos iguales, y esto es precisamente lo que te ha pasado, volver a estar con tu familia recargó tus pilas emocionales y eso de seguro te dará fuerzas para afrontar todo lo que emprendas en este año.
Un gran saludo desde este lado de la vida.
Hola Lú!!
Pues la verdad es que tienes toda la razón, siempre hay que hacer caso a esas corazonadas y cuando tenga que ser, será.
Me alegra, ante todo, que tu padre se encuentre fuera de peligro, eso es lo más importante, así que mucho ánimo, seguro que cuando estén bien, ellos podrán viajar y pasar unos días contigo 🙂
Y sí, lo realmente importante es lo que dices, tener salud y que los tuyos se encuentren bien.
Besos :33
PD: Gracias por las recomendaciones de libros que me has hecho!!
Luu que post tan bonito y tan acertado para mi por estos días !!!
Querer controlar todo lo que nos pasa es agotador y te llena de mucha ansiedad y depresión, lo acepto…a veces literalmente me niego a dejarme llevar por las circunstancias por que me siento un poco perdedora y mediocre al tener que conformarme con lo que no quiero….
Es difícil dejarse llevar, fluir por esta vida…que cuando menos te da unas bofetadas tremendas, pero estoy intentando (créeme) aceptar mi realidad, no ponerme expectativas tan altas y poniéndole mucha acción a mi vida.
Me alegra en el alma, tu padre esté mejor, que hayas compartido con tu familia.
Sobre todo que hayas tenido consciencia sobre lo que de verdad vale la pena….
Bssssss 😉