He escrito tantas cosas últimamente, párrafos y párrafos que no me atrevo a montar. Tal vez muestran mucho de mi y aún no estoy preparada para compartirlo, tal vez todavía existe una parte que la futura escritora se quiere reservar. Es difícil hablar en tercera persona cuando soy la protagonista de todo lo que escribo.
El sábado pasado mientras estaba acostada en mi cama, acurrucada y sola entre mi cobija de plumas,lamentándome por la falta de internet, el frío y las ganas enormes que tenía de publicar o matar mi tiempo con una de mis series de turno, mi mente empezó a escribir con fuerza historias que cuando quería retenerlas ya se habían esfumado. Y saben, eso me pasa con frecuencia, sentir un impulso de inspiración que me llega por sorpresa mientras estoy distraída en otras cosas…lo único que me da rabia es quedar con el sinsabor de una desordenada introducción que casi nunca puedo recordar. Me pasa cuando intento conciliar el sueño, cuando voy en el bus, y hasta cuando hablo con alguien más… Hay veces que duermo con un bolígrafo y hoja sobre mi mesita de noche porque nunca se sabe que buena historia pueda llegar.
Me llegaron muchos recuerdos, mi infancia en cámara lenta, las épocas locas de la Universidad; las amigas que tengo y las que se quedaron en el camino, lo que quería en el pasado y lo que quiero hoy. Tuve una charla rápida con el pasado, sólo para ver lo diferente que ahora es mi vida. Eso es lo bonito de la soledad, tener un tiempo para ser amigo de uno mismo, para mirarse a los ojos, sin excusas, con la mirada firme y de tú a tú, sin que suene el teléfono,hayan prisas, visitas o amigos, o venga mi novio a proponer un tema de conversación.
Me acordé de mi en los días fríos de Bogotá, especialmente en un domingo que diluviaba fuera de mi ventana, y yo con papel y esfero en mano simplemente me dejaba llevar. Me preguntaba qué se sentiría estar sola en un país distinto, y cómo serían mis emociones, por ejemplo, en una tarde de soledad y un gris invernal. En eso creo que soy romántica, la lluvia siempre ha sido una especie de literatura a la que no me puedo resistir. Me gustó pensar en las cosas que verdaderamente me gustan, como por ejemplo reconocerme en el silencio, escuchar poesía depresiva de Benedetti y Oliverio Girondo, repetirlas, decirlas de memoria para probar que no las he olvidado, y ver películas que sé que me van a hacer llorar. Me gusta sentarme sola en lugares tranquilos donde pueda pensar , me gusta tomar una copa de vino blanco, tener la sensación de que he escrito algo que me ha gustado, y planear viajes aunque no tenga un peso con qué pagar…¡me gusta pensar que tendré para hacerlo!. Lo que más me gustó de mi sábado fue leer historias ajenas que tomo como propias porque me emociona saber que hay muchos como yo, al otro lado del computador.
Ese sábado fue un día sin sentido como este texto, muchas cosas vagas, solo letras sueltas y pequeñas confesiones para otra noche de soledad.
Reblogueó esto en Los Reblogueos de etarrago.
Creo que me puedo sentir identificada con lo que dices. Muchas cosas que no deseo publicar directamente las he convertido en cuentos, ahí he encontrado un refugio para confesiones que todavía no estoy lista.
Hago lo mismo Elizabeth, cuando quiero despojarme de mi, me gusta crear un pequeño poema, o una historia que tenga otra cara. Gracias por leerme!!!