Ayer leí un estado en Facebook que llamó mucho mi atención, más que nada porque no se podría resumir de manera más clara los fallos que tenemos como sociedad. La frase de Ricardo Ramírez Arriola, en resumen, decía que vivimos en medio de un discurso donde algunos existen más que otros, donde no son lo mismo las muertes africanas que las muertes europeas, donde no son lo mismo las muertes “desarrolladas” que las muertes en vía de desarrollo, ni las muertes mestizas que las muertes indígenas, pues vivimos en medio de ese mismo discurso que nos lleva a creer que hay muertes que nos deben conmover más que otras. Me gustó tanto esta frase y me dio tanta tristeza a su vez, porque, si lo pensamos, realmente es así.
Si recordamos los últimos sucesos importantes, entre ellos las tragedias ocurridas en París, con el atentado a 11 empleados de la revista satírica Charlie Hebdo, la cual logró conmocionar a personas de todo el mundo que unieron sus voces bajo el mismo lema «Je suis Charlie» en manifestaciones contra este tipo de actos violentos que atentaban contra la libertad de expresión; o el tiroteo que protagonizaron los yihadistas del Estado Islámico al irrumpir en el Museo Nacional de El Bardo, en Túnez, quienes mataron a sangre fría a 23 turistas que se encontraban allí, esto también movilizó y sensibilizó a las personas de todo el mundo a favor de la solidaridad. Qué decir del vuelo de Germanwing que se estrelló en los Alpes Franceses con 150 personas a bordo por lo que parece ser la obra intencional del copiloto Andreas Lubitz, del que seguro hemos escuchado mucho, ya que en los últimos días hemos estado bombardeados por nuevos descubrimientos y más información acerca de este hombre y sus desordenes psicológicos.
Pero ahora que un grupo extremista acabó con la vida de 148 estudiantes universitarios en Kenia por motivos religiosos, como es común en ese país, nadie parece decir nada. Leemos la noticia y así mismo la dejamos en el aire. ¿Será que estamos acostumbrados a que las noticias provenientes de África no deben importar tanto como las que pueden ocurrir en América o Europa?.
Por qué pensamos que la muerte de estas personas, que son como tú y como yo, no valen nada, ¿No merecen acaso una movilización?, ¿No merecen más repercusión mediática por parte de los periodistas y los canales informativos?, ¿No merecen un unisono de voces exigiendo dignidad y solidaridad?.
Nos seguimos haciendo los de la vista gorda con África. No importa si el ébola sigue acabando con la vida de millones de niños y familias, o si los niños africanos son secuestrados para ser niños soldados o para ser explotados, ya sea sexualmente o laboralmente. Tampoco importa si en 28 países africanos, más de 2 millones de niñas son víctimas de la mutilación genital o de matrimonios forzados porque éstas horrorosas prácticas hacen parte de la tradición cultural; y menos importa si el hambre pasa factura cobrando la vida de millones de niños, que no alcanzan ni siquiera a cumplir 5 años de edad, porque lamentablemente nacieron en países africanos como Sudán del Sur o Somalia, en donde la población vive en una constante emergencia alimentaria y todos los días amanecen con la incertidumbre de una posible hambruna.
¿Nos acostumbramos a que esos temas no importen? ¡Estamos fallando como sociedad!
#EstoyconKenia #YoSoyKenia
Muy buen artículo