Esta semana mi cuerpo está gritando una sola palabra: soledad. Eso que hace unos años era mi única compañía pero que hoy se me hace tan difícil de encontrar. Antes buscaba, como loca, personas o cosas para llenar vacíos y sentirme menos sola, y hoy busco locamente momentos para sentirlos, para tenerlos… para ser una con la soledad.
Necesito sentirme sola, llegar a una casa vacía, descargar las obligaciones del mundo en el piso, y a través de la nada, del sonido del silencio pensar en mí. En lo que quiero, en el libro que no he escrito y que quiero, en los personajes que me gustaría crear, en los personajes que quiero vivir a través de mis letras. Ya saben que mediante historias ajenas vivimos las vidas que aunque queramos, ya no podemos vivir.
Soledad..de andar descalza, desnuda de alma, vacía, sola… vacía, como un cofre nuevo, al que todos miran pero nadie se atreve a tocar. Pero que entre cosas nuevas y cosas nuevas, le va haciendo gustoso un campo a la novedad.
Silencio, desespero, calma, agonía… Los conocía tan a fondo y ahora casi ni los puedo sentir. Huyeron por la ventana cuando tomé nuevas decisiones. No los quiero de vuelta, pero de vez en cuando me gustaría conversar a fondo con ellos como un par de viejos amigos repasando sus vidas mientras beben entre pausas pequeños sorbos de café.
Necesito sentirme sola… Sola conmigo, en una relación donde, por al menos un día, seamos una yo y mi soledad. Un vino, inspiración, las letras que no llegan… un día a solas para volver a sentirme yo.
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