Por accidente llegué a una frase que me hizo pensar en ella: «El que no llena su mundo de fantasmas se queda solo«, y pensé que a veces hasta los fantasmas pueden ser una bendición, o a una decisión. Depende de cómo se mire.
Crecimos con temor a los fantasmas, y hasta huímos de ellos; de los que imaginamos mientras apagamos la luz de la habitación; y con los que caminamos a plena luz del día. De los que se esconden debajo de la cama mientras nos arropamos con ganas y nos percatamos que no quede ni la punta del pie al aire; y los que dan más miedo porque los sabemos vivos.
Pero cuando el silencio golpea,
y el ruido del reloj no se escucha,
y la casa se hace más grande,
y el miedo no aterra,
y la soledad es compañía,
y uno se siente sumisamente solo, desahuciadamente solo, imaginar fantasmas sí es compañía.
Y entonces la recuerdo y pienso…los fantasmas sí existen.
Deja una respuesta